Conclusiones
Desconozco qué nos deparará el futuro y dónde estaremos dentro de veinte años. Pero sí puedo describir cómo me gustaría que fuese.
En primer lugar, deseo que sea un futuro donde la tecnología en general –y la Inteligencia Artificial en particular– forme parte integral de nuestras vidas, donde coexistamos sinérgica y armónicamente con tecnología que nos ayude a vivir más, y sobre todo mejor, a todos. El potencial de la IA es inmenso: no deberíamos desaprovechar esta oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas, del resto de seres vivos y de nuestro planeta. Sin embargo, este futuro del que aspiro a formar parte, y al que quiero contribuir con mi trabajo, no está garantizado. Si queremos convertirlo en realidad debemos afrontar seriamente tanto las limitaciones de los actuales sistemas de Inteligencia Artificial, como los retos que plantean.
En segundo lugar, considero que España debería invertir mucho más de lo que invierte hoy día en Inteligencia Artificial, para convertirse en líder en Europa y puente con Latinoamérica y África. Sería muy deseable una apuesta ambiciosa por la adopción de la IA en nuestras empresas y Administraciones públicas, por nuestra excelencia científica en esta área, por la formación, atracción y retención del talento.
Deberíamos actualizar nuestro sistema educativo, y estimular la creatividad y la innovación. Es la ocasión de elevar no solo el crecimiento empresarial y económico, sino sobre todo nuestra calidad de vida. Espero y deseo que no dejemos escapar esta oportunidad.
Finalmente, espero, deseo –y sueño– que cada vez haya más mujeres ingenieras, investigadoras, inventoras, innovadoras en tecnología, que sean excepcionales no en sentido literal –no porque su condición de mujeres las convierte en la excepción–, sino por la brillantez de sus ideas y el impacto de su trabajo.
La Inteligencia Artificial es una herramienta sumamente poderosa y necesaria para ayudarnos a abordar los inmensos retos que debemos superar como especie. Pero si a la hora de desarrollarla pasamos por alto los factores sociales, laborales y éticos, la Inteligencia Artificial puede convertirse en arma a favor de la desigualdad, el control y la destrucción.
Comparto las sabias palabras del genial astrofísico Stephen Hawking: “La Inteligencia Artificial puede ser lo mejor o lo peor que nos ha sucedido a la humanidad”. Durante un cuarto de siglo he dedicado mi actividad profesional a decantar la balanza hacia el lado bueno. Trabajo para que la IA sea lo mejor que nos ha pasado. Les invito, llena de esperanza, a que se unan a esta causa.