¿Tener una pareja que no existe en la realidad?

2 de deciembre, 2023

Así se liga en tiempos de IA

Her explora de manera fascinante la relación entre un hombre y Samantha, un sistema operativo con IA con el que desarrolla una conexión emocional tan significativa que llega a enamorarse. El solitario protagonista de esta película encuentra en Samantha la compañera ideal, siempre dispuesta a atenderle”.

Nuria Oliver es una de las 11 personas más influyentes del mundo en el campo de la Inteligencia Artificial, según la publicación Pioneering Minds. Doctora en inteligencia Perceptual por el Massachusetts Institute of Technology, así como directora de Ellis Alicante, cita la cinta de Spike Jonze para hablar de cómo las relaciones están cambiando a causa del desarrollo de la IA, que lleva ya décadas transformando nuestras interacciones sociales desde distintas perspectivas, más allá de la relación que podamos desarrollar con asistentes virtuales o bots.

En primer lugar, a través de los sistemas de personalización y recomendación en las redes sociales que, a partir del análisis de datos sobre nuestro comportamiento, gustos o patrones de uso nos recomiendan amigos/as o determinan qué actualizaciones leemos de las personas en nuestro círculo de amistades o aquellas a las que seguimos”. “En segundo lugar, las webs y apps de citas utilizan algoritmos de IA para mejorar la probabilidad de coincidencia de perfiles, ofrecer recomendaciones más precisas y, en general, optimizar la experiencia de búsqueda de pareja. Además, algunos bots y asistentes personales utilizan la IA para proporcionar apoyo emocional o conversaciones terapéuticas básicas, brindando compañía a las personas. En este caso, podemos potencialmente desarrollar un vinculo afectivo-emocional con estos *bots*, con las implicaciones éticas que ello conlleva”.

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“Más allá de estas apps, otros ejemplos de sistemas dotados de IA para mitigar la soledad son, por ejemplo, las mascotas robóticas para acompañar sobre todo a las personas mayores y las ‘AI girlfriends’, ambas con gran popularidad en Japón, o incluso los altavoces inteligentes, siempre atentos y alerta a nuestras peticiones y demandas”, dice Oliver.

Entonces, ¿podría ser la IA un paliativo contra la soledad? Para Oliver, las implicaciones éticas en torno a esta cuestión no son algo baladí. “Aunque la inteligencia artificial puede simular empatía y comprensión, carece de una comprensión real y profunda de las emociones humanas. Dependiendo del grado en que las personas confíen en la interacción con estos sistemas de IA, podría aumentar el aislamiento social si se priorizan estas interacciones sobre las relaciones humanas genuinas”, asegura. “Además, una interacción intensa con estos sistemas –siempre encendidos y dispuestos a atendernos–, puede generar una dependencia excesiva, incluso adicción. Es fundamental equilibrar el uso de la tecnología con la interacción entre humanos”.

“Finalmente, estos sistemas dan lugar a la creación de unas expectativas poco realistas de cómo son las relaciones entre personas porque han sido diseñados para atender nuestras peticiones, adaptarse a nuestras preferencias y suplir nuestras necesidades sin rechistar, con lo que los usuarios de estos sistemas pueden tener dificultades para navegar las complejidades e imperfecciones de las relaciones humanas con las devastadoras consecuencias que esto puede tener para la sociedad. No debemos olvidar que somos una especie social. Quizás, la pregunta más importante que deberíamos hacernos es por qué hay un porcentaje tan elevado de la población que se siente solo, qué está fallando en nuestras sociedades para que esto suceda”, reflexiona la experta.

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¿PODRÍA SER UN ‘CHATBOT’ EL AMANTE IDEAL?

“La idea de un chatbot como el amante ideal plantea complejas cuestiones técnicas y éticas. En primer lugar, los actuales tienen limitaciones significativas. Aunque pueden generar respuestas coherentes y parecer comprensivos, carecen de una verdadera comprensión emocional y de la experiencia humana. Una conexión emocional genuina conlleva reciprocidad, empatía y comprensión mutua, algo que los chatbots no pueden ofrecer ni sentir. Las relaciones humanas son complejas, multisensoriales y multidimensionales. Están sin duda más allá de las interacciones digitales que un chatbot puede ofrecer”, afirma Oliver.

“Además, plantear la idea de un chatbot como amante ideal suscita cuestiones éticas sobre la autenticidad en las relaciones y la asimetría de la relación. La construcción de relaciones humanas significativas implica compartir experiencias, vulnerabilidad y crecimiento mutuo y bidireccionalidad. Los chatbots generan una ilusión de entendimiento, pero en realidad ofrecen respuestas basadas en patrones y datos predefinidos. La interacción con un chatbot es unidireccional y, además, las relaciones humanas se construyen en gran medida en torno a experiencias compartidas, tanto felices como tristes. Un chatbot carece de la capacidad de participar en estas experiencias”.

Sin embargo, el uso correcto de la IA en las *apps* de citas sí que puede facilitarnos la tarea a la hora de encontrar una pareja. “Los algoritmos de inteligencia artificial permiten analizar los perfiles de las aplicaciones de citas y sugerir perfiles de personas con alta probabilidad de compatibilidad. En general, estos algoritmos facilitan la identificación de personas con intereses similares. También agilizan el proceso de búsqueda, ya que posibilitan tanto filtrar candidatos según criterios específicos como acceder a recomendaciones de perfiles relevantes, ahorrando tiempo en comparación con métodos tradicionales, lo que permite a las personas explorar un grupo más amplio de posibles parejas. Finalmente, utilizando técnicas de IA podemos ‘embellecer’ nuestros selfies aplicando filtros para parecer más atractivo/as y así tener más probabilidades de que otros usuarios se fijen en nosotros/as. Una de las líneas de investigación de la fundación que dirijo, ELLIS Alicante, es precisamente el estudio del impacto de estos filtros de embellecimiento”, explica Oliver.

“Pero también hay aspectos negativos ya que estos algoritmos pueden tener sesgos y dar lugar a discriminación al verse influenciados por los prejuicios presentes en los datos de entrenamiento. Además, aunque la IA puede proporcionar herramientas poderosas para la búsqueda de pareja, esta es una actividad evidentemente muy personal y subjetiva. La conexión emocional, la atracción física y la química entre dos personas no pueden predecirse completamente con algoritmos. La interacción humana cara a cara y la conexión emocional son fundamentales en la búsqueda de relaciones significativas. La IA puede ayudar a facilitar una introducción inicial, pero la construcción de una conexión real sigue siendo responsabilidad de las personas. Por último, dado que estos algoritmos dependen del análisis de grandes cantidades de datos personales, plantean numerosos retos éticos relativos a la preservación de la privacidad, la transparencia en el uso de estos datos, la potencial manipulación subliminal del comportamiento de los usuarios, además de la discriminación que he mencionado antes”.

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